31.12.06

Hermano Antoine,

El atardecer a llegado lento hoy, un día largo y difícil preceden estas líneas cargadas de dudas; mucho tardó mi decisión en tomar el papel y escribirle, pues los últimos acontecimientos, sumado a vuestro vuelco pecaminoso, me hacían titubear.

Hoy, pasado el medio día, visité al cardenal, pues me mandó a llamar, los planes se han complicado un poco. Es importantísimo que Ud. vuelva a insistir al señor Carminio que debe enviar a los jóvenes seminaristas cuanto antes, idealmente reclutados del norte de Italia, Alemania y Suiza; el cardenal insiste en que serán la mejor manera de expandir el reino de Dios en esta atrasada Sudamérica y limpiar de una vez de mentes limitadas el continente; imagínese hermano Antuan, un continente entero alabando a nuestro señor, un continente entero de hombres bellos y santos en Dios, tal como lo conversamos cientos de veces en aquellas tardes apacibles de la primavera pasada.

El señor Malgarcia espera con urgencia este envío. Utilice todas las herramientas con Carminio, sepa Ud. que el cardenal dio el consentimiento para duplicar el pago si es necesario.

Tenga cuidado hermano, los servicios del cardenal me confirman lo que los propios ya nos habían informado; hay algunas agencias tras nuestros movimientos, buscando algo que ni ellos saben. Muevase con prudencia y en cuanto a es extraño joven que le escribe, mantengame al tanto.

Deposítese en Dios hermano, que El sabrá guardarlo en estas horas de prueba, pero por ahora la “causa” es más relevante que sus herramientas, nosotros.
Rogando a Dios,
Hermano Marcial